Jesús Rollán Prada nació en Madrid el 4 de abril de 1968. El loco de Aravaca, como le llamaban cariñosamente sus compañeros, fue un apasionado del deporte durante toda su vida: "nuestra vida era la calle. Salíamos y no volvíamos a casa hasta que nos llamaban para cenar". Desde bien pequeño comienza a destacar en todas las modalidades deportivas que va probando, mostrando en todas ellas una competencia motriz, una capacidad de liderazgo y un carácter ganador, fuera de lo normal para alguien de su edad. "Yo voy a ser el mejor del mundo en el deporte que practique, sea cual sea" solía decir. Le daba igual competir montado sobre su patinete Sancheski naranja, jugando al tenis en plena calle, al fútbol en las pistas polideportivas o nadando en las piscinas de su club, el Club Natación Vallehermoso. Para Jesús lo primordial era ganar, sin importar el cómo. "Te ganaba o te hacía trampas para ganarte", recuerdan sus hermanos. En el colegio destacaba en la clase de Educación Física, pero también en todas las actividades deportivas que se organizaban en él; fútbol, baloncesto, tenis, atletismo, waterpolo... Incluso el Real Madrid de fútbol lo tentó para unirse a sus categorías inferiores, pero Jesús lo rechazó porque, para entonces, ya tenía clara su decisión de jugar al waterpolo. Su primo, Vicente Alonso, que había sido internacional con España se había encargado de meterle el gusanillo durante sus visitas a Bustarviejo. "Nos gustó el waterpolo y fue cuando dejamos el tenis y la natación" recuerda su hermano. Pero no todo fue un camino de rosas en esta etapa ya que con 15 años, cuando se disponía a batir el récord del salto de altura en su colegio, tras haber superado a alumnos dos y tres años mayores que él, se rompió los ligamentos de su rodilla.
Una vez recuperado de su lesión, se postula como una de las mayores promesas del waterpolo y, gracias a ello, es convocado por la Escuela de Madrid de waterpolo. Allí, coincide con los Pedro García, Miki Oca, Salvador Gómez... una de las mejores hornadas que ha dado el waterpolo español en toda su historia. Y también con Mariano García, un entrenador de la vieja escuela, duro, con un carácter fuerte, y todo un enamorado de los sistemas de entramiento militares que empleaban por entonces los soviéticos, yugoslavos y alemanes orientales. Fue todo un adelantado a su tiempo al lograr ver que, para poder competir con los mejores, era necesario desarrollar una condición física que por entonces apenas se tocaba fuera del agua. Su filosofía era llevar al límite mental y físico al deportista, o valían y sufrían, o los devolvía a sus casas llorando. Y Jesús no fue la excepción. Sufría tanto en aquellos exigentes entrenamientos que, al principio, lloraba mucho. "Como atleta, ya con 11-12 años, era un fenómeno, pero en el agua era malísimo, un paquete. Piensa que nadaba los 100 metros en 2´45". Además, "era pequeño, no sabía jugar. Cuando se lo dije se llevó un disgusto enorme. Jesús era un tirillas, muy delgado, pero fuerte. Trabajamos muchísimo y mejoraba en cada entrenamiento. Cuando ya empezamos a participar en competiciones, empezó a tener nivel" recuerda Mariano. En aquellos entrenamientos se les inculcó una mentalidad ganadora totalmente opuesta a la del miedo al rival que imperaba hasta entonces en el resto de escuelas del país. Un día, en plena disputa del Campeonato de España, el portero titular de la Comunidad Autónoma de Madrid se lesionó y Mariano no tenía recambio para esa posición. Decidió que fuese Jesús quien ocupase su puesto y, desde aquel día, ya nunca más se movería de allí. Despachó un partido tan bueno que parecía que llevaba toda la vida jugando de portero. En aquel campeonato la, hasta entonces intratable selección de Cataluña, el espejo en el que todo waterpolista se quería mirar, sufrió los envites de Jesús y sus compañeros, cayendo derrotada.
La Federación Española de Waterpolo que, con el rumano Cornel Marculescu al frente, experimentaba profundos cambios, comienza a obtener réditos de su acertada planificación deportiva. Dentro de ésta, las jóvenes promesas de la escuela madrileña eran cedidas, en grupos de cuatro, por los diferentes equipos de Madrid: La Latina, Real Canoe, Ondarreta, Alcorcón, Boadilla... para que el nivel de exigencia fuera máximo y evitar caer en la autocomplacencia. La progresión de Jesús parece no tener techo. Junto a su compañero Pedro García, mejor jugador y máximo goleador, emerge como una de las nuevas estrellas del waterpolo español en los Campeonatos de España juveniles. Y, como era de esperar, los grandes clubes catalanes, muchos de ellos refrentes a nivel nacional y europeo, trataron de incorporar a Jesús a su plantilla. "Una mañana se presentó Jesús con su padre y me dijo que se iban para Barcelona porque habían aceptado una oferta del Club Natació Catalunya. No pudimos ni discutirlo. Les dije que mejor se fueran al Real Canoe pero nadie movió nada, ni becas, ni ayudas... Madrid era la cola, un buen grupo de chavales se había ido a Cataluña y se habían perdido" comenta Mariano. Toni Esteller, entrenador del Club Natació Catalunya, conocía perfectamente a Jesús porque era a la vez entrenador de la selección juvenil. La oferta era imposible de rechazar: cuarenta mil pesetas mensuales (1.600 euros actuales), alojamiento en la residencia Blume (para deportistas de alto rendimiento), y la posibilidad de alternar entrenamientos del juvenil y el primer equipo.
Una vez instalado en Cataluña, los inicios no fueron fáciles para una persona tan familiar como Jesús. En la residencia hace piña con otros dos waterpolistas madrileños que están en su misma situación, Pedro García y Chava Gómez. Por las mañanas sucumbe a las tentaciones de la juventud, ausentándose de las clases de bachillerato (COU, por entonces) para irse a jugar al futbolín con otros compañeros del equipo. Pero por las tardes su pasión por el waterpolo le lleva a no saltarse ni un sólo entrenamiento, aprovechando al máximo todas las ventajas para mejorar que le proporciona estar en un club profesional. Sólo hubo que verlo los primeros entrenamientos para ver que su nivel estaba muy por encima del de los dos porteros, contrastados y de nivel, que a priori partían por delante suya. En poco tiempo se convierte en todo un referente tanto en el agua, por su descaro y personalidad, como fuera de ella, por su sentido del humor y don de gentes para con los socios del club. Además, los éxitos no tardaron en llegar porque su club se coronó por primera vez como campeón de liga y copa del rey. Paralelamente, y sólo un año más tarde de su debut con tan sólo 17 años, se consolida como portero titular de la selección española absoluta. Las ofertas comienzan a lloverle a Jesús. El Real Canoe quiere traerlo de vuelta a Madrid y le ofrece 150.000 pesetas mensuales (unos 6.000 euros actuales). Su club trata de retenerlo y dobla la apuesta, llegando hasta las 200.000 pesetas (8.000 euros). "Con Rollán podemos asegurar que hay un portero de primera categoría, que puede llegar a ser un crack mundial" predecía el diario catalán El Mundo Deportivo.
En 1988 realiza su debut en unos Juegos Olímpicos, los de Seúl 1988. Para entonces, los jugadores madrileños se habían hecho un nombre en una selección española que, hasta entonces, estaba repleta de catalanes. Las piezas del puzle comenzaban a encajar y la simbiosis entre ambas escuelas ya era un hecho, lideradas por jugadores como Jesús Rollán y Manel Estiarte. Un año antes, la selección Española junior había conquistado el Campeonato del Mundo de Brasil 1987 y, en una decisión acertada, decidieron darle continuidad llevando a algunos juniors, como fue el caso de Jesús, al torneo olímpico. Se despachó un buen campeonato pero, la actitud antideportiva de Hungría, que no defendió los últimos 15" de su partido frente a Estados Unidos, para que éstos anotasen un gol que dejaba fuera de los cruces a España, fueron lo más falto de ética y fair play que se vivió en aquellos juegos. Pero aquello no iba a poner barreras al desarrollo deportivo de Jesús, quien además refuerza cada vez más su rol de líder del equipo. Cuando el balón quema, cuando el equipo parece venirse abajo, siempre aflora el mejor Jesús para dar seguridad y aplomo a sus compañeros: "Oye chicos, no pasa nada, aquí estoy yo. Tirad para delante y dejadles lanzar que lo voy a parar". Decir eso ante las potentes selecciones de las extintas URSS y Yugoslavia, o las Italia, USA o Hungría, eran palabras mayores. Sus exhibiciones bajo palos son parte de la historia del waterpolo mundial. Su ritual, tras detener el lanzamiento, de besar el balón, levantar la mano con el dedo índice orientado al cielo y gritar de forma intimidante, causaba un profundo efecto psicológico sobre todos sus rivales, que le profesaban un gran respeto. "Los porteros, en los deportes de sala son medio equipo y el crecimiento de Jesús hizo que creciera el equipo. Sin Jesús, España nunca habría sido campeona olímpica" afirma el exseleccionador Esteller.
Tras un cambio en los banquillos del equipo nacional, el croata Dragan Matutinovic se convertía en el nuevo máximo responsable. Es recibido a partes iguales por detractores y admiradores, manteniéndose Jesús siempre en medio de ambos. Con él, a sus 22 años, Jesús consigue en aquel año dos platas. La primera en el Campeonato de Europa de Atenas 1991, y la otra en el Mundial de Perth 1991, la primera medalla mundialista del waterpolo español. Con los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 en el horizonte, el técnico croata diseña una planificación a base de concentraciones que acabaron convirtiéndose en un auténtico infierno, como él mismo reconocía: "si no eres capaz de soportar el infierno de los entrenamientos, nunca podrás soportar el infierno de un campeonato olímpico". Concentrados en Andorra, a más de 1.000 metros de altura, asilados de toda distracción, corriendo entre sus frías montañas, nadando interminables series con pesadas camisetas encima... durante largas jornadas que rondaban las 8 horas de entrenamiento diarias. Jesús, con el sentido del humor que le caracterizaba, solía replicarle diciendo "esto es muy fácil Dragan, pan comido, muy flojo". Aquellas maratonianas jornadas de entrenamiento, sin base científica alguna, le pasaron factura a las ya, maltrechas rodillas de Jesús y, años más tarde, acabaría pagándolo.
Durante los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 el equipo llegó más cohesionado que nunca. Era una auténtica máquina, repleta de automatismos y con unas relaciones personales muy sólidas. Lo tenían todo para ganar a Italia. Sin embargo, una decisión táctica equivocada de Matutinovic a 42" del final, con el partido ya ganado y Jesús bajo palos, hace que España deba conformarse de nuevo con la plata. Pero los problemas de Jesús no se acaban ahí. Las salvajes cargas de entrenamiento que había soportado le provocan dolores crónicos que ya no supera con analgésicos ni antiinflamatorios. Se le aumenta la potencia y la cantidad de los mismos, pero no es suficiente. La desalineación de sus rótulas le provocaban continuas sobrecargas, que se veían acentuadas por su habilidad para sacar casi todo el cuerpo fuera del agua y ocupar el mayor espacio cuando le lanzaban. Al final todo desembocó en una condropatía bilateral y tuvo que pasar por el quirófano. La operación llevada a cabo "en un deportista normal no hubiese podido hacerse pero, en su caso sí por ser un gran atleta" afirma uno de los cirujanos que le operó. Y tras una recuperación en tiempo récord, un Jesús sin estar en plenitud de forma, se presentó con la selección nacional en el Mundial de Roma 1994. Ya con el nuevo seleccionador Joan Jané al frente, de nuevo se jugó un buen torneo, Jesús volvió a ser decisivo y se ganó una nueva plata tras caer otra vez con Italia en la final.
Para la siguiente cita, los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, Jesús ya era considerado uno de los mejores porteros de la historia. Su papel fue clave a la hora de llevar hasta la final a una selección que no empezó muy entonada y que se complicó mucho los cruces. Tras vencer a Croacia en la final, la popularidad de Jesús se dispara hasta límites insospechados. Los que le conocen dicen que su autoconfianza se disparó hasta límites insospechados y que aquello fue el principio de su fin. Es utilizado como gancho para ciertas fiestas, desfiles de moda y otros mundos subterráneos. También arrecian las primeras críticas a Jesús y al equipo nacional tras el decepcionante Campeonato de Europa de Sevilla 1997 que hacen, cuando son los máximos favoritos y acaban quintos. Les acusan de ser mayores, de ya no alcanzar las cotas de rendimiento de antaño. Aquello, es tomado por el equipo como una afrenta personal y, con una actitud más desafiante y rebelde de lo habitual, literalmente arrasan en el Mundial de Perth 1998, ganando los 8 partidos. Con el oro en el cuello, Jesús se despacha a gusto contra los que le criticaron: "Ya dije quince días antes de venir a Perth que íbamos a ganar todos los partidos. Parece mentira que en España, a los pocos campeones que hay, se les machaque a las primeras de cambio. Induráin ha ganado 5 Tours y se le machaca porque no ha logrado el sexto. Y nosotros lo hemos ganado todo y se nos ha echado en cara que éramos unos viejos y que estamos acabados. No me gusta hablar así pero está claro de que más de uno tiene que aprender de esta medalla. Tiene que aprender que la edad se demuestra en el agua".
Campeón del mundo y olímpico, la motivación de Jesús y sus compañeros decae en los europeos nuevamente, teniendo que conformarse con un pobre sexto puesto en el Campeonato de Europa de Florencia 1999. Tampoco los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 fueron como se esperaban, quedándose fuera del pódium, aunque sí lograron entrar en la lucha por las medallas. Con Jesús algo descentrado, el seleccionador Jané decide hacer un concentración previa de varias semanas en Japón, donde se iba a celebrar el Mundial de Fukuoka 2001, para apartar a varios jugadores, entre ellos Jesús, de distracciones que no iban a beneficiarles nada. Con el equipo a tope, España consigue un nuevo oro en un equipo que no echó de menos a varias piezas básicas, como Manel Estiarte, y en el que Jesús otra vez volvió a demostrar un nivel estratosférico. Para muchos, fue el mejor momento de su carrera, aunque su DNI apuntaba ya 33 años. Ese año, tras auince temporadas, decide poner fin a su trayectoria en el Club Natació Catalunya, con el que había ganado 7 Ligas españolas, 6 Copas del Rey, 1 Copa de Europa, 1 Recopa de Europa y 2 Supercopas de Europa.
En 2001 es nombrado mejor waterpolista del mundo, convirtiéndose en el primer portero en toda la historia del waterpolo que lo gana. Ese año, después de varios años con la idea de cambiar de aires rondando su cabeza, decide aceptar la oferta del Pro Recco genovés, el equipo de waterpolo más laureado del mundo. Parte con la idea de probarse en la mejor liga del mundo, en cuanto a calidad y cantidad de equipos. En las dos temporadas que disputó en Italia logrará ampliar su extenso palmarés con una Liga italiana, la segunda Copa de Europa y una Supercopa de Europa. Además en su primera temporada será nombrado mejor jugador de la liga italiana, siendo también la primera vez en que un portero es distinguido con ese premio. También desempeña, como era tan habitual en él, un rol de pegamento en un equipo conformado por fuertes personalidades sometidos a mucha presión. "Nuestro portero Rollán fue el protagonista absoluto, hizo partidos excepcionales. Recuerdo su discurso en el hotel ACI antes de la final" recuerda su compañero Baldinetti. Pero, al acabar su segundo año en Italia, Jesús ya no era el mismo de años anteriores. Cada vez está más castigado por las lesiones, presentaba once operaciones, dos hernias de disco, un problema crónico de abductores y, además, llevaba un ritmo de vida incompatible con el deporte de élite. Así que en 2003 el Pro Recco no le renueva y decide regresar a España para jugar su última temporada en activo. Lo hará en las filas del Club Natació Sabadell, tras una participación con un rol secundario a consecuencia de las lesiones en el Campeonato del Mundo de Barcelona 1993. Jesús se niega a asumir que el final de su carrera deportiva estaba cerca, a sus 35 años, y lucha por estar en la lista que irá a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Sus dolencias le van a impedir asistir a muchos entrenamientos, tenía que infiltrarse cada vez que salía a la piscina y, en esas condiciones, su salud mental comienza a hacer aguas. "Tuvo fases de desparecer, se lesionaba mucho y le entraba la tristeza. No sabíamos qué decirle" explican gente del Sabadell. Jesús continuaba siendo un gran portero pero ya no era el mejor. Así que convoca una rueda de prensa y anuncia su retirada: "Yo siempre lo he dado todo y, como he visto que ahora no puedo, he decidido dejarlo. No soy un funcionario ni esto es un balneario. Una retirada a tiempo es una victoria. Estaría 17 horas dando gracias. Del waterpolo me llevo muchísimos amigos. Es como una familia. Dejo muchos sentimientos". Pero aún quedaba un último cartucho en la recámara, los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, donde Jesús esperaba ir convocado. "No irá a Atenas sólo por el nombre" alertaba el seleccionador Joan Jané. "Hay esperanzas de que se recupere y espero que pueda salir por la puerta grande". Finalmente iría, pero su participación fue testimonial al disputar únicamente el último cuerto del partido frente a Egipto, donde volvería a lesionarse en el abductor.
Nada más retirarse ya tenía una oferta del Chiavari italiano para que Jesús se sentase en su banquillo. Aparentemente lo tenía todo para ser un buen entrenador: experiencia, conocimientos, capacidad de liderazgo... pero su salud mental estaba al límite. Además, las expectativas del club no iban de la mano con las de Jesús, acostumbrado a ganar o, al menos, competir por lo máximo. Comenzó a faltar a entrenamientos, a partidos. "Tengo miedo, no sé qué hacer con el equipo" le confesó Jesús a sus íntimos. Había perdido su pasión por el waterpolo, lo único que parecía mantenerle vivo. Y por si fuera poco, la relación con su pareja hacía aguas y se separaron un tiempo. Su familia detecta problemas en él y decide traerlo de vuelta a Madrid. Allí su familia lo intentó todo, pero Jesús no se centró ni acabó de encontrarse. Los especialistas coincidían en que para este tipo de dolencias del alma es fundamental que el paciente ponga de su parte, pero Jesús ya lo había dado todo. "No es fácil después de 20 años en la alta competición, después de 6-7 horas diarias, pasar página. Somos seres humanos, no máquinas. El tránsito de la vida real a la competitiva es muy complicado, no lo tenemos que olvidar", decía su entrenador Joan Jané en un intento de justificar los malos momentos por los que pasaba Jesús. "Todos nos van a recordar por las victorias, pero nadie sabe lo que hemos sufrido", recuerdaba también su amigo y compañero Manel Estiarte. Se llamaron a todas las puertas, Federación Española de Natación, Comité Olímpico Español, Consejo Superior de Deportes... todo con tal de conseguir sacar a Jesús de aquel pozo. Tuvo un ingreso fallido en el Proyecto Hombre, por lo que su familia se puso en contacto con su gran amigo y compañero de fatigas en la selección, Pedro García Aguado, que acaba de superar sus adicciones, para que le convenciese de ingresar en la clínica Marenostrum. .
La Federación Española de Natación le ofreció un puesto para trabajar con jóvenes en programas de tecnificación y promoción del waterpolo. Dos o tres veces viajaba por España para realizar su cometido pero no era constante en su trabajo. A veces acudía a la cita y aveces no. Hasta que lo dejó. La Federación Madrileña de Natación también intentó echarle una mano para que ayudase a su descubridor, Mariano García, en el centro de tecnificación. El Comité Olímpico Español también le consiguió un trabajo en una instalación deportiva de Zarautz, donde tenía pensado irse a vivir para estar cerca de su hija. Pero nunca se presentó. También hubo puertas que se encontró cerradas como la del entonces vicepresidente del COE, Iñaki Urdangarín. Inmerso en una profunda crisis, la familia pide ayuda a Alejandro Blanco, presidente COE, para sufragar los gastos (12.000 euros mensuales) del internamiento en una clínica Marenostrum. Pero aquel tipo generoso con todos, no fue capaz de serlo consigo mismo. Lo había ganado todo en el agua pero se ahogaba fuera de ella, Carente de motivaciones, se sentía débil recordando aquellas épocas pasadas de aplausos y palmaditas en la espalda. Hacía tiempo que oía voces y que no le encontraba sentido a su vida. Las terapias, la medicación, los tratamientos... nada logró activar su cerebro tras los brotes psicóticos. "Tengo 37 años, desde los 8 llevo en la piscina y no sé hacer nada más"(...) "Ya nada tiene sentido. Ya no quiero vivir, ya lo he conseguido todo. Mi meta era un oro olímpico y ya lo tenemos" les repetía a su madre y a su mejor amigo. Así, tras 5 meses de internamiento en la clínica Marenostum, el 11 de marzo de 2006, Jesús decidía poner fin a su vida. "El waterpolo es mi vida, yo no sé vivir sin él" solía decir, Y llevaba razón porque la vuelta a la vida real se le hizo muy cuesta arriba. "Era un chico grande que estaba asustado. Le vi perdido. Era consciente de su situación" reconocía Alejandro Blanco, presidente del COE.
Durante todo este tiempo Jesús Rollán fue un icono del deporte español y uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos. Algunos dicen que fue el mejor portero de la historia del waterpolo; todos coinciden en que fue incluso mejor persona. Carismático, vital, alegre, extrovertido, siempre fue de los que se hacen querer y de los que lo dan todo por los demás. Sus propios compañeros lo definían más que como un líder, como el alma del grupo. "Era el centro del grupo, le gustaba hablar, era muy divertido" recuerda su compañero Chava Gómez. "Podías tener un mal día, en que no te entrara nada, que estuvieras cabizbajo. Pero él siempre encontraba las palabras exactas para animarte" decía el boya ucraniano Viktor Bondarenko. En 1996, durante un programa de Antena 3 llamado Telemaratón, los famosos más relevantes del momento iban poniendo artículos personales en subasta para recaudar fondos para ayudar a los niños del Zaire, víctimas de la guerra del Congo. Cada miembro del equipo olímpico de waterpolo donó algún objeto muy personal relacionado con los Juegos Olímpicos. Pues bien, Jesús Rollán, fue más allá y subastó su recién conseguida medalla de oro por 12.000 euros. "No sé lo que vale, pero no tiene precio. llegar hasta ahí es lo más a lo que puede llegar un deportista. Esto es muy importante y espero que llame mucha gente. Ha sido lo más importante en mi carrera deportiva" dijo en el momento de entregarla, visiblemente emocionado, También participó en otros programas de famosos como "¿Qué Apostamos?" o "Furor".
En 2006, después de acudir a su entierro, 7 de sus compañeros del Pro Recco italiano abrieron una cuenta corriente con 22.000 euros a nombre de su hija, para que lo recibiese cuando fuera mayor de edad. En 2022 en su Aravaca natal, 16 años después de su fallecimiento y como homenaje, le han puesto su nombre a una plaza. También en ese año, Netflix ha realizado una película, "42 segundos", basada en la historia de esta selección nacional de waterpolo de la que Jesús fue una pieza básica. Aunque, todo hay que decirlo, se toman varias licencias que deslucen la que podría ser una de las mejores historias del deporte español.
Si quieres leer su biografía, "Jesús Rollán. Vida y muerte de una leyenda", ya está a tu disposición dentro del programa del #PLEIEF
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