Matthias Sindelar nació en Jihlava (Imperio Austro-húngaro por aquel entonces, aunque actualmente pertenece a la República Checa) el 10 de Febrero de 1903 en el seno de una humilde familia católica de origen polaco. Cuando tenía 3 años se muda a Viena junto a toda su familia, en busca de unas mejores condiciones laborales para su padre, obrero de profesión. El joven Matthias se integra muy bien en la barriada obrera de Favoriten, donde se alojan todos los inmigrantes que llegaban a Viena. Allí, entre sus calles, se comienza a gestar su leyenda y el mote que le acompañaría el resto de su vida: "el hombre de papel", dada su extrema facilidad para colarse entre los jugadores rivales.
Su elegancia y destreza con el balón no pasa desapercibida para los ojeadores y es fichado por uno de los clubes modestos de la ciudad, el Hertha Viena. De ahí no tardaría en dar el salto a uno de los grandes equipos del país, el Austria de Viena, con el que ganará sus primeros títulos nacionales a pesar de contar con una plantilla muy modesta. Él solo, con su forma de dirigir al equipo, se bastaba para destrozar al rival en la mayor parte de las ocasiones. Aquel jugador rubio, espigado y con alma de enganche deleitó al público y supuso una bocanada de aire fresco en el panorama futbolístico mundial. Hasta la fecha no se había visto un delantero centro tan eléctrico que, además de marcar goles con semejante naturalidad, dominase el regate, el control e incluso el pase con tan insultante superioridad sobre el resto de futbolistas de su época. Con 23 años le llega la llamada de la selección austriaca en donde, no tarda en convertirse en la figura y el líder del equipo.
En 1930 la Austria de Sindelar, conocida mundialmente como el Wunderteam (el equipo maravilla), se postula como una de las favoritas para lo que será el primer Mundial de Fútbol de la historia. Varias sedes europeas se disputan su organización pero, contra todo pronóstico, el presidente de la FIFA decide otorgarle su organización a Uruguay por ser doble campeón olímpico en 1924 y 1928, y por coincidir su celebración con el centenario de la Jura de la Constitución uruguaya. Esta decisión no sienta bien en Europa y la mayoría de sus países renuncian a acudir a la cita mundialista alegando que las dificultades económicas por las que atravesaban sus países les impedían costear la expedición. Tan sólo acudirán cuatro naciones europeas: Yugoslavia, Checoslovaquia, Francia y Rumanía.
Pero ese revés no fue obstáculo alguno para que el Wunderteam austriaco siguiese haciendo crecer su leyenda. Durante los partidos celebrados entre los mundiales de Uruguay 1930 e Italia 1934 disputan una treintena de partidos en los que destrozan a sus rivales: humilla a la potente Alemania con un 5-0 en Viena y un 0-6 en Berlín, a los que le siguen un 1-8 a Suiza en Basilea, un 0-4 a Francia en París y un 2-8 a Hungría en Budapest. Y en su única derrota 3-2 ante Inglaterra en Stanford Bridge, el resultado es lo de menos porque la crítica inglesa e internacional se rinde a los pies de Sindelar después de disputar uno de los mejores partidos de su carrera, con un gol antológico incluido. Su fama no para de crecer y varios de los mejores equipos de la época, Manchester United, Arsenal, Slavia de Praga y Rapid de Viena intentan ficharlo, aunque sin éxito. En ese periodo se convierte en uno de los primeros iconos mediáticos de la historia en el deporte, convirtiéndose en la imagen publicitaria de varias marcas comerciales de trajes, relojes e incluso productos lácteos. También hizo sus pinitos en el mundo del cine interpretándose a sí mismo en una película de la época.
Cuando se acerca la nueva cita mundialista en 1934, Suecia e Italia se disputan su organización, siendo adjudicada a esta última. Gran parte de los países sudamericanos, en represalia por el boicot europeo al mundial de Uruguay, renuncian a participar o mandan en su lugar a equipos no profesionales para cumplir el expediente. Para todos Austria es la máxima favorita para hacerse con el cetro mundial. Sin embargo, con lo que nadie contaba es que muchos de sus grandes jugadores habían firmado suculentos contratos con clubes extranjeros, sobre todo franceses, y sorpresivamente renunciaban a jugar con su selección. La mayoría alegan encontrarse lejos cuando realmente lo que quieren es evitar lesionarse con su selección, como ya les había pasado a otros compañeros meses antes del mundial. Con todo ello, hasta siete de los titulares habituales del Wunderteam no acuden al mundial.
Capitaneado por Sindelar el equipo austriaco, sin el potencial que le caracterizaba, va superando fases y se planta en las semifinales del torneo. Su rival será la anfitriona, la potente Italia de los Giuseppe Meazza y Raimundo Orsi, que además se había reforzado con los argentinos Enrico Guaita y Luis Monti. Y, lo que podría haber sido uno de los mejores partidos de la historia, terminó convirtiéndose en uno de los mayores escándalos. El dictador fascista Mussolini, en una maniobra política y populista, perfectamente orquestada, se iba a encargar de que el trofeo no saliese de Italia. Austria cae derrotada con malas tretas dentro y fuera del campo. El único gol del partido no debería haber subido al marcador ya que había fuera de juego del atacante italiano y falta al portero austriaco. A Sindelar lo cosieron a patadas, una y otra vez, ante la más absoluta permisividad del árbitro sueco Ivan Eklind. Sindelar acabó lesionado y ya no pudo volver a jugar más aquel mundial en plenas condiciones.
En 1938 el dictador nazi Adolf Hitler, que llevaba tiempo buscando anexionar Austria a Alemania, decide invadir por la fuerza a Austria. Y lo mismo que Mussolini removió todo lo habido y por haber para que Italia saliese campeona del Mundial de 1934, el gobierno nazi haría lo propio para que Alemania se alzase con el de Francia 1938. "Ganar un mundial es más importante para la gente que conquistar una ciudad de europa del este" decía Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi. Y dentro de sus planes Sindelar y parte de jugadores austriacos del Wunderteam ocupaban un lugar preferencial para poder lograr su propósito. Pero Sindelar, que amaba profundamente a Austria y era un hombre con valores, declinó en no pocas ocasiones las llamadas de la selección alemana alegando un sinfín de lesiones. Entre lesión y lesión los alemanes organizaron un partido para dar la bienvenida a los jugadores austriacos, que a partir de entonces pasarían a defender los colores de la selección alemana, en donde se enfrentarían ambos equipos. Sindelar y el resto de jugadores austriacos fueron "invitados" por las autoridades nazis a no mostrar todo su potencial para no dejar en mal lugar a la selección alemana. Pero Sindelar hizo caso omiso de las indicaciones y jugó como solía hacerlo, atacando constantemente, regateando con aquellos cambios de ritmo eléctrico que despertaban la admiración de la grada, e incluso se permitió la osadía de anotar un gol e ir a celebrarlo delante del palco de autoridades nazis, donde estaba el mismísimo Adolf Hitler. Su desafío fue tal que incluso el ministro nazi de deportes pidió que Sindelar no regresase al campo tras el descanso.
Tras ese partido, el gobierno nazi cancela todos los contratos de fútbol austriaco, prohíbe a los judíos jugar en cualquier equipo y los detiene, lo que provoca una huida masiva de jugadores al extranjero. Además equipos de origen judío, como el Austria de Viena donde jugaba Sindelar, son obligados a cambiar de nombre y son controlados por gente afín a los nazis. Entre tanto Sindelar es convocado para disputar el Mundial de Francia 1938 con Alemania con la promesa de un equipo hecho en torno a él, pero se niega a ir por enésima vez. A principios de 1939 Matthias Sindelar aparece muerto junto a su novia, la judía Camilla Castagnola, en el apartamento de ésta. Tenía sólo 35 años. La autopsia de la época determinó que falleció por una inhalación accidental de monóxido de carbono, producto del mal funcionamiento de una estufa. Sin duda, las circunstancias que le rodean son aún un misterio: ¿fue obra de la Gestapo por sus desplantes al gobierno nazi? ¿Fue un envenenamiento por la condición de judía de su pareja? ¿o realmente fue un accidente doméstico?.
A su entierro asistieron más de 15.000 personas y se le hizo un funeral de Estado con todos los honores. Aquel hombre delgaducho, con un talento innato para el fútbol y lleno de valores, ilusionó a todo un país. Y ni tan siquiera la presión de estar bajo la lupa del gobierno nazi logró cambiarle ni un ápice. Hoy ocupa un lugar en el cementerio de Viena junto a otros ilustres personajes como Ludwig van Beethoven, Johann Strauss o Franz Schubert. En su barrio de Favoriten, una calle lleva su nombre. Lo mismo que una grada del estadio del Austria de Viena, donde además tiene una parte importante del museo del club dedicada a él. Incluso el popular videojuego de fútbol FIFA 2021 tiene un detalle para con él incluyéndolo en el apartado de jugadores míticos de la historia.
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