viernes, 9 de abril de 2021

¿Qué fue de... Dick Fosbury?


Richard Douglas Fosbury nació el 6 de marzo de 1947 en Portland (Oregón, Estados unidos). Desde muy pequeño fue un amante del deporte, quizás por mera afición o tal vez porque en él encontró un medio ideal con el que reprimir ciertos sentimientos y frustraciones de una infancia un tanto traumática (perdió en un accidente a un hermano al que estaba muy unido, y sus padres tuvieron un divorcio duro y nada amistoso). No le hacía ascos a ninguna modalidad deportiva y, aunque le encantaba el baloncesto, finalmente terminó decantándose por el salto de altura.

Sus inicios en la competición con apenas 15 años fueron malos pues aquel joven alto y delgado no lograba sobrepasar los 1,50 metros con ninguna de las técnicas por aquel entonces vigentes (rodillo ventral y salto de tijera). Lejos de venirse abajo, y aprovechando sus estudios universitarios de Ingeniería Civil, Fosbury hizo lo que no había hecho nadie: cuestionar las técnicas de salto vigentes y buscar una nueva con la que minimizara sus carencias y potenciara sus virtudes en el salto. "Cuando estamos desesperados, a veces es cuando nuestra imaginación empieza a funcionar y encontramos soluciones que de otra forma ni siquiera habríamos soñado" solía decir. Así un día apareció en las pistas de atletismo y, aprovechando que habían cambiado el serrín del foso de saltos por otro más acolchado, tuvo un golpe de genio y comenzó a valorar la posibilidad de hacer los saltos de espaldas. Poco a poco, con cada entrenamiento fue diseñando y perfeccionando una nueva técnica de salto en la que, gracias a atacar el listón de espaldas, se acortaba considerablemente la distancia entre el centro de gravedad del saltador y el listón. Sus entrenadores, que no daban crédito a lo que estaban viendo, intentaron convencerle de que desistiera en su empeño y que adoptase las técnicas tradicionales. Pero Fosbury, con una fe ciega en sus posibilidades, hizo caso omiso a sus detractores y siguió trabajando en el diseño de aquella técnica de forma incesante. Su primera victoria moral llega cuando, debido a su empeño más que otra cosa, le dieron el visto bueno y homologaron su técnica para permitirle competir con ella aunque, siendo sinceros, ninguno creía que iba a llegar muy lejos con ella. Incluso fue constantemente motivo de mofa entre sus compañeros y entrenadores. "Todos se reían de mí, considerándome un chiflado y un friky por salirme de las normas establecidas" recuerda. Incluso la prensa local se burlaba de él porque parecía "un pez saltando en un bote".



Y llegaron las pruebas estatales y Fosbury, contra todo pronóstico, se hizo con el subcampeonato tras un salto de 1,96 metros. En los Campeonatos Universitarios se hizo con dos títulos consecutivos, elevando su marca personal hasta los 2,20 metros. Así, sin hacer mucho ruido y con su nueva técnica, Fosbury se plantó con tan sólo 21 años en los Juegos Olímpicos de México 1968 como mejor saltador de su país y la mejor marca del año.

La cita olímpica en la capital azteca pasará a la historia por ser una de las ediciones más espectaculares de todos los tiempos con 80.000 personas abarrotando las gradas del estadio olímpico. En ella se pasarían por primera vez controles antidopaje, se bajaría por primera vez de los 10 segundos en la prueba de los 100 metros, en longitud Bob Beamon lograría su legendario récord olímpico de 8,90 metros (aún vigente)... y Fosbury batiría el récord olímpico saltando 2,24 metros, quedándose a tan sólo 4 centímetros del récord del mundo del soviético Valeri Brúmel. En apenas 6 años había pasado de no ser capaz de saltar un metro y medio, a quedarse a tan sólo unos centímetros del récord del mundo. Toda una hazaña.

Pero su irrupción en la alta competición fue tan rápida como fugaz. El nuevo estilo, rápidamente bautizado como Fosbury, fue adoptado paulatinamente por sus rivales, aunque también hubo un pequeño número de escépticos que siguieron negando su eficacia. Con ello, Dick Fosbury perdió la gran ventaja que le suponía ser el único usuario de la nueva técnica y volvió a ser un saltador del montón. Es más, ni logró clasificarse para los siguientes Juegos Olímpicos de Munich 1972 pese a tener sólo 25 años, edad en la que la mayoría de los saltadores están comenzando su etapa de plenitud. Eso sí, 28 de los 30 participantes emplearon su estilo.



Tras ese varapalo, se retiró y creó su propia empresa de ingeniería civil, en la que trabajó el resto de su vida. También hizo sus pinitos en política, siendo elegido para el cargo de Comisionado para el Condado de Blaine en 2019. Sigue vinculado al deporte a través de World Fit, una organización sin ánimo de lucro que busca promover los ideales olímpicos y fomentar los programas de acondicionamiento físico para los más jóvenes. 

Siempre será recordado porque, sin ser el mejor dotado físicamente de su época, fue capaz de desarrollar una técnica innovadora que aún perdura en nuestros días y que cambió para siempre la prueba del salto de altura. Y a él, a titulo personal, siempre le quedará la satisfacción de "la popularidad actual es un premio maravilloso a cuanto tuve que aguantar al principio con un estilo que no gustaba a nadie. Sólo cuando gané en México pasé a la categoría de héroe".

En 2023 falleció tras vivir los últimos meses de su vida aquejado de un linfoma.

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