En 1971, con el fin de acabar con los conflictos raciales y sociales, el gobierno federal de los Estados Unidos da la orden a los estados de terminar con la segregación racial. A partir de este momento se obliga a que los centros educativos, y sus equipos deportivos, sean multirraciales.
En Virginia, donde el fútbol americano es casi una religión, surge el conflicto cuando, al unificar los equipos, aparecen actitudes racistas en muchos jugadores y algún entrenador. A través del deporte y sus valores, los problemas van despareciendo y el equipo comienza a cohesionarse, convirtiéndose en un ejemplo de integración y convivencia para toda la comunidad.
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