Eric Lidell, el escocés volador, fue uno de los primeros héroes de los Juegos Olímpicos modernos. No en vano, es uno de los protagonistas de la afamada película "Carros de fuego". Hijo de una familia de pastores protestantes, supo conjugar su labor evangélica con su gran afición a los deportes. Representó a Escocia y al Reino Unido en varias modalidades deportivas, sobre todo rugby y atletismo, alcanzando su cénit en los Juegos Olímpicos de París 1924. Allí se convirtió en el primer atleta que se negó a competir en un domingo por motivos religiosos (varias décadas más tarde el triplista, también británico y protestante, Jonathan Edwards haría lo mismo). Pero sin duda, lo más sorprendente fue renunciar a toda la fama para abandonar su zona de confort y dedicar el resto de su en ayudar a los demás.
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