El diario El Comercio incluye hoy una entrevista con el alumno del I.E.S. Candás (1º de Bachillerato) Samuel Torrontegui, que se incorpora esta temporada a las filas del Real Sporting de Gijón juvenil procedente de las categorías inferiores de otro histórico como el Málaga.
Insiste en repartir méritos con sus compañeros de equipo Samuel Torrontegui (Málaga, 2005), que con cinco dianas en las dos últimas semanas se ha puesto a la cabeza de la clasificación de artilleros en Liga Nacional Juvenil. La racha plasma un aterrizaje redondo en el fútbol asturiano tras nueve años en la prolífica cantera del Málaga. "De la familia el que mejor está llevando la vuelta a Asturias es él. Tenía muchas ganas de jugar en Gijón porque venía los veranos a los campus en Mareo", señala su padre Marcelino Torrontegui, el reputado masajista que en una dilatada y prolífica trayectoria se granjeó el respeto y el afecto de numerosas estrellas de varios deportes. Aunque todavía está a caballo entre Candás y Málaga por sus obligaciones en la universidad andaluza, su regreso a casa propició que su vástago cumpliese su ilusión de jugar de rojiblanco. "Desde pequeñito siempre fui del Sporting y del Málaga. Tenía el corazón dividido entre el sur y el norte, pero tenía ganas de venir y en Mareo estoy mejor que en ningún sitio", asegura el joven delantero. De niño probó con el remo, el judo, el pádel y la natación, que compaginó con el fútbol, "Somos una familia polideportiva", indica jocoso su padre.
A su hijo le encandiló el balón. Reconoce que no tuvo "ni que pensarlo" cuando se vio empujado a elegir y el tiempo le está dando la razón. En su primer año como juvenil, durante la pretemporada se estrenó a las órdenes de Sergio Sánchez con el Real Sporting de Gijón B ante el Astorga. "Son experiencias nuevas con las que aprendes mucho. Estoy muy agradecido de que me llevasen a jugar a aquel amistoso", afirma el delantero, que se define como un atacante "humilde al que le gusta siempre mejorar". "Creo que juego bien de espaldas", apostilla el candasín, que se afanó durante años en practicar el manejo del balón con ambas piernas hasta convertirlo en un virtud y ambiciona dar un paso más en el plano físico.
"El funcionamiento aquí es impresionante. Se ve una apuesta clara por la cantera", asevera su padre Marcelino, que conoció de primera mano los entresijos del Málaga. "Se crió en La Rosaleda. el vestuario siempre lo cuidó", recuerda sobre el vínculo de su hijo con varios futbolistas de élite. "Me fijaba en los delanteros cuando bajaba a verlos y les preguntaba cómo hacer las cosas que me gustaban de ellos. También preguntaba mucho a los centrales qué les costaba más defender de ellos, porque si les costaba a ellos que estaban en Primera les va a costar a todos", señala con madurez rememorando aquellos años en los que recibía apuntes de lujo.
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