lunes, 4 de enero de 2021

¿Qué fue de...Iñaki Ochoa de Olza?


Iñaki Ochoa de Olza Seguin fue un destacado montañero, escalador y guía de alta montaña español. En su haber cuenta con más de 30 expediciones al Himalaya, entre las que destacan 15 ocho miles completados (12 de los 14 principales, 2 secundarios y una repetición).

Nació en Pamplona (Navarra) el 29 de mayo de 1967. De joven, siguiendo la tradición familiar (su padre era el monitor de un gimnasio), estuvo muy metido en la práctica del judo. Cuando el gimnasio cerraba los fines de semana, toda la familia se iba de monte a hacer rutas. Un día, cuando Iñaki tenía 13 años, su padre le regala el libro "Everest sin oxígeno" del alpinista italiano Reinhold Messner, que leería con ansia dos veces por semana durante muchos meses. A partir de ese momento, y como el propio Iñaki reconocía, "yo encontré a la montaña y la montaña me encontró a mí"

Con el tiempo se fue convirtiendo en un apasionado de la montaña y la escalada. Tanto que, al mismo tiempo que completaba sus estudios de Filosofía en la Universidad de Navarra, comenzaba a realizar sus primeras rutas y escaladas de cierto nivel por las cimas del Pirineo navarro: el monte Lakartxea, la peña Ezkaurre... Y cuanto más complejo era el reto, más crecía en su interior la pasión por las cotas altas y por escalar. Pero, sobre todo, una sensación de libertad que no todos alcanzaban a entender. "La escalada ha rescatado mi vida de las garras de una existencia burguesa, mediocre o insignificante, o todo ello a la vez. Aunque haya quién piense que sólo somos niños malcriados de una sociedad decadente, yo no lo creo así, y sólo espero el momento de subir bien alto para mirar una vez más con infinita libertad dentro de mí, y para robarles energía a estas montañas sin par que me alimentan y enriquecen cada vez más. Esta vida, que yo mismo he elegido, me llena profundamente" decía Iñaki.

En 1983 asciende el pico Aneto (3.404 metros), la cima más alta de los Pirineos. Dos años más tarde asciende el mítico Mont Blanc (4810 metros), la cima más alta de los Alpes. En 1988, con apenas 21 años, centra su objetivo en uno de los sueños dorados de cualquier escalador que se precie: el Parque Natural de Yosemite (EEUU). En las infinitas paredes de granito que componen el coloso californiano completa varias vías de escalada, entre ellas la conocida como El Capitan (914 metros de altura en vertical), considerada hasta hace medio siglo como imposible de escalar por su complejidad y longitud. Ningún reto se le resiste a Iñaki y, cada vez que consigue uno, ya está pensando en el siguiente. "La élite siempre buscará nuevas rutas, escaladas invernales, exprés, solitarias o una combinación de todas ellas" decía. Incluso, con su particular visión de la vida, relativizaba el riesgo de sufrir accidentes durante sus expediciones porque "Yo asumo el riesgo de una manera muy sencilla. Sé que la vida la voy a perder igualmente, un día u otro, así que no me compensa cambiar de dirección supuestamente para ganar más días". 

En 1990 se centra en perfeccionar su técnica de escalada, primero en Riglos (Huesca) y Etxauri (Navarra), y finalmente la cascada de hielo del mítico glaciar Couloir de Gaube (Pirineos). Su próximo objetivo estaba claro: atacar el techo del mundo, el sistema de los Himalayas. Su oportunidad le llega tras ser escogido como uno de los miembros de la Expedición Navarra Kangchenjunga 90. Con la ayuda de unos alpinistas polacos, esta expedición formada por alpinistas navarros intentará coronar el Kangchenjunga (8.586 metros), la tercera montaña más alta del mundo. Sin embargo y, pese a intentarlo en dos ocasiones y quedarse muy cerca de alcanzar la cima, para Iñaki aquel viaje fue como un amor a primera vista. "Al Himalaya no se vuelve. Cuando has venido aquí por primera vez, él se queda contigo para siempre. Habita en ti como una costumbre, quizás como un virus, siempre como una necesidad. Puedes escapar a ratos hacia casa pero, el resto del tiempo, tú le perteneces".


A pesar de que mucha gente nunca logró entender su particular filosofía de vida, Iñaki siempre lo tuvo muy claro: "Dicen los psiquiatras que nosotros los alpinistas, y más concretamente los himalayistas, sufrimos un síndrome que incluso tiene su nombre científico, el “Complejo de Peter Pan”. Nuestro irremediable mal nos hace regresar siempre a los mismos sitios, buscando esa eterna juventud a través de aventuras extremas y, a ojos de los demás, inútiles. Los que supuestamente padecemos semejante desfase siempre estamos haciendo cosas propias de lunáticos, como pilotar aviones o escalar montañas. Además según ellos, siempre nos caracteriza el ser soñadores y huidizos, escapando constantemente de eso que ellos mismos definen como realidad. ¿Qué quieren que les diga? Yo soy feliz aquí, en mi tierra de Nunca Jamás, y si se deja o descuida por un instante lo único que quiero es subirme al Annapurna, y después bajar". Así no es de extrañar que Iñaki convirtiera al Himalaya en su casa y a los nepalíes, entre los que era muy apreciado, prácticamente en sus vecinos. 

Durante 30 expediciones a las mayores cimas del mundo en el Himalaya, consiguió hacer cima en los siguientes ochomiles de los 14 que existen:
  • 1993 Cho Oyu (8.201 metros), la sexta montaña más alta de la tierra.
  • 1995 Shisha Pangma (8.014 metros), la decimocuarta montaña más alta.
  • 1996 Gasherbrum I (8.068 metros), decimoprimera cima más alta.
  • 1996 Gasherbrum II (8.035 metros),  decimotercera cimas más alta.
  • 1999 Lhotse (8.516 metros), la cuarta montaña más alta.
  • 2001 Everest (8.848 metros), la cima más alta.
  • 2003 Nanga Parbat (8.125 metros), la novena cima más alta.
  • 2003 Broad Pike (8.051 metros), la decimosegunda montaña más alta.
  • 2004 Makalu (8.462 metros), la quinta montaña más alta.
  • 2004 K2 (8.611 metros), la segunda montaña más alta.
  • 2006 Manaslu (8.163), la octava montaña más alta
  • 2006 Shisha Pangma (8.014 metros), la decimocuarta montaña más alta.
  • 2007 Dhaulagiri (8.167 metros), la séptima cima más alta.
Lejos de buscar la fama, salir en los medios u ostentar récords por los que quedara en los anales de la historia del alpinismo, Iñaki buscaba sobre todo el disfrute que le aportaban las montañas. "Queremos disfrutar de la montaña y de los amigos. De la propia escalada. Y volver a casa enteros, si puede ser. Tampoco como grupo queremos hacer nada nuevo, nada que salga en las revistas y en los libros, y que pase a la historia del alpinismo. Nada que haga que la gente nos mire como a héroes. ¿Quién es tan vanidoso que necesita algo así? (...) Me preocupan bien poco las nuevas rutas y los currículos repletos, ni siquiera sueño con ser alpinista profesional". Y es por esta razón por la que Iñaki siempre se mostró muy crítico con el uso de bombonas de oxígeno y medicamentos que contrarresten los efectos de la altura durante la escalada. "Si usas oxígeno entonces no eres un alpinista, eres un astronauta o un buzo. (...) En el tema de oxigeno yo soy muy radical. Nosotros buscamos ver hasta donde llegan nuestros cuerpos, disminuir una montaña mediante el oxigeno es como hacer el Tour de Francia en motocicleta. No se le ocurriría a nadie". 


Durante todos estos años en el Himalaya, además de formar parte de expediciones con otros alpinistas de nivel, desempeñó trabajos como guía de montaña con empresas, fotógrafo, escritor y cámara para el programa de TVE "Al filo de lo imposible", e incluso fue contratado por National Geographic como especialista de montaña. Fue testigo directo de accidentes, la mayoría de ellos mortales, de compañeros de expedición, e incluso de alguno propio que casi le cuesta la vida (en 1994 tuvo una caída de más de 70 metros en la que milagrósamente sólo se fracturó varias costillas y el brazo). Pero si por algo destacó Iñaki fue por su lado humano y solidario. En la montaña porque era el primero en salir al rescate y ayuda de compañeros o sherpas accidentados, aún cuando no tocaba ni eran miembros de su expedición. Y fuera de ella porque no sólo se preocupó por conocer las necesidades de las gentes que vivían en los pueblos más remotos del sistema del Himalaya, sino que también buscó cómo satisfacerlas. Para ello puso en marcha una campaña con la que reunir dinero y crear un orfanato en Katmandú, un hospital en infantil en Pakistán y una escuela en Dharamsala. Hoy en día, todo esto lo lleva la Fundación Iñaki Ochoa de Olza - SOS Himalaya

El 23 de Mayo del 2008 Iñaki fallecía por un edema pulmonar y otro cerebral mientras intentaba coronar la cara sur del Annapurna, una de las rutas más letales donde mueren el 40% de los alpinistas que lo intentan escalar. La historia de su rescate, toda una lección de compañerismo y valores, ya forma parte de los anales del deporte (lo puedes ver en sendos documentales de TVE y Canal +). La noticia de que la vida de Iñaki corría serio peligro a 7.400 metros de altura movilizó a 14 de los mejores Himalayistas del mundo, que acudieron a su rescate incluso poniendo en riesgo su propia vida. Tampoco faltaron los mejores sherpas de altura del Nepal, que incluso llegaron a movilizar dos helicópteros. 

Iñaki perdió la vida haciendo lo que más amaba, y siendo fiel a sus principios y valores. Vivió asumiendo el riesgo de una manera muy sencilla porque creía que "en esta sociedad no estamos preparados para la muerte. La muerte es lo que rompe radicalmente nuestro confort y nuestra seguridad, que es la vida. La vida, sin la muerte no tiene sentido".

Imágenes: Deia, Desnivel y SOS Himalaya

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