sábado, 30 de noviembre de 2024

Qué fue de... Rafa Pascual













Rafael Pascual
 Cortés nació en Madrid el 16 de marzo de 1970. Desde bien se mostró como una persona extrovertida, con una gran personalidad y confianza en sus posibilidades. Su talento innato para el deporte le hace destacar en todas aquellas modalidades que practica.
 Todo menos en fútbol, el único deporte que nunca acabó de llenarle. En 1979, el Consejo Superior de Deportes (CSD) decide lanzar un programa denominado Centro de Iniciación Técnico-Deportiva (CITD), con el objetivo de detectar jóvenes talentos deportivos y, una vez localizados, convertirlos en deportistas de rendimiento y alto nivel deportivo. Cuando Rafa cuenta con tan sólo 10 años los técnicos responsables del programa CITD se plantan en su colegio para hacer una primera selección de talento y Rafa es uno de los elegidos. Y no será el único filtro que pase. Tras competir contra otros jóvenes, procedentes de planes de promoción y federaciones deportivas, supera las exigentes pruebas motrices (abdominales, flexibilidad, salto vertical, carrera de 40 metros lanzados, fondos, pentasalto, lanzamiento de balón medicinal de 3 kg y carrera de 1000 metros), funcionales (Test de Harvard, capacidad vital, toniometría y capacidad de trabajo físico), antropométricas (talla. envergadura y perímetro torácico) y psicotécnicas, con una calificación de excelente. Así que con 11 años se convierte en uno de los 40 atletas seleccionados, de entre los más de 6.000 que se presentaron a las pruebas en Madrid, para ingresar en el Centro de Iniciación Técnica. La formación allí recibida quedará marcada a fuego en el carácter competitivo que mostrará a lo largo de toda su carrera, como el propio Rafa reconoce: "a todos nosotros nos enseñaron a luchar, disfrutar del deporte y a esforzarnos en nuestras vidas". 

Los primeros meses en el programa recibió una enseñanza multifacética, evitando una superespecialización a una edad tan temprana. "Estuve cinco años en ese plan y practicábamos todo tipo de deportes: hacíamos los deberes, nos recogían del cole y practicábamos educación física y después un deporte durante un tiempo. Practicábamos todos los deportes. Yo llegué a jugar a balonmano, hockey, atletismo... a nivel federado, participando en campeonatos de España. Eso me dio una base que a los 15 años me permitió elegir". Rafa recibió una enseñanza intensiva y exhaustiva, lo que hizo que llegase a desarrollar un nivel, técnico y táctico, elevado en todas ellas, convirtiéndose en el líder de aquella espectacular promoción de deportistas. "Perder era superior a sus fuerzas. Quería ganar y, además, ser el mejor. Perder le dolía y, para él, perder era que alguien le superara" recuerda Diego Fidel González, su entrenador en el CITD. Ese mismo año coincide en las instalaciones del INEF de Madrid con la selección española de voleibol, pudiendo asistir a todos sus entrenamientos. "Aquel momento me cautivó y me deslumbró, y pensé que yo quería ser uno de ellos". Desde ese día Rafa sólo tuvo ojos para un deporte: el voleibol. "En el vóley descubrí que me sentía bien, me veía con capacidades. Uno, cuando se encuentra bien en un sitio y destaca en una cosa, pues se queda ahí"Sabía qué era necesario para ser el mejor y el primer paso era crecer y crecer para llegar algún día a ser profesional.

En 1985, con tan sólo 15 años, firma con el Salesianos Atocha de Madrid, un equipo de división de honor con gran solera en el contexto nacional. Aquello no colmaba todas sus aspiraciones pero, en aquel momento, era un entorno ideal para seguir creciendo y competir a un nivel superior, además de para seguir estudiando. Allí ganará el Campeonato de España cadete y juvenil, y se consolidará como líder indiscutible del primer equipo. Tras tres años en Madrid, llega un momento en el que el talento de Rafa comienza a aflorar y el nivel del equipo se le queda pequeño. Con 18 años llegan las ofertas de fuera para ser profesional y, con ellas, el consejo de sus padres: "si es lo que quieres hacer, hazlo; pero lo que hagas, hazlo para ser el mejor". Así, 
en 1988, firma con la Asociación Cultural y Deportiva Bomberos de Barcelona, el club pionero del voleibol catalán. Allí completará dos exitosas temporadas, en las que alcanzará un nivel nunca visto hasta la fecha en un jugador nacional, convirtiéndose en una de las mayores promesas del voleibol mundial. Además, durante esta etapa va a residir en la residencia Blume, incorporándose al equipo de trabajo de la Federación Española de Voleibol que preparaba los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. En 1990 ficha por el potente Son Amar Palma, el equipo español con más renombre y con serias aspiraciones al título de liga. Allí Rafa, que llega con el rol de mejor jugador español del momento, coincidirá con una de las mejores plantillas de la competición. Sin embargo, la temporada no terminó como todos esperaban y tuvo que conformarse con un único título: la Supercopa de España. En 1991 no ficha por ningún equipo y se incorporó a la concentración permanente de la selección española, para terminar de preparar los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Competición en la que España se alzó con un diploma olímpico, el mejor resultado de la historia del voleibol español. Pero, más allá de eso, la competición supone el reconocimiento internacional y el estatus de estrella mundial para Rafa tras ser incluido por la Federación Internacional de Voleibol en el sexteto más espectacular del torneo.

Finalizado el periplo olímpico, en 1992 se marcha al Club Voleibol Almería, donde de nuevo liderará un proyecto que aspiraba a ganarlo todo en España y a alcanzar las rondas finales en Europa. Junto a él llegan primeras espadas nacionales como Javi Bosma, Cosme Prenafeta, Jesús Sánchez Jover... Sin embargo, tal y como había pasado en Palma, y pese al enorme nivel mostrado por Rafa, tuvieron que conformarse con el subcampeonato de Liga y de la Copa del Rey. Es por esto que, desencantado con los resultados obtenidos y ante el enorme interés que comienza a despertar entre varios equipos italianos, Rafa decide dar el salto a la mejor liga del mundo. Será el primer jugador español que consigue jugar en la liga italiana que, por entonces, únicamente admitía un jugador no italiano por equipo (no como ahora que con la ley Bosman)

Para su estatus en el voleibol mundial llega con un perfil bajo, porque firma en 1993 por el modesto
 Banca Di Sassari - FOS Sant´Antioco, equipo sardo de la liga A-2. Desde el primer minuto se mostró como el lider del equipo, lo que le llevó a convertirse en el ídolo local. Consiguió el ascenso directo a la A-1 y además fue destacado como el mejor jugador y el máximo anotador de la A-2. Su nivel fue tal que, por primera vez en la historia de la liga italiana, un jugador de la A-2 fue convocado para jugar en el All Star de la A-1. El segundo año en Cerdeña no hizo más que demostrar la abismal diferencia entre la A-2 y la A-1. El Sant´Antioco acabó el año como colista con únicamente 4 puntos en su haber, con el correspondiente descenso a la A-2. Rafa, que acababa contrato y continuó destacando en las estadísticas individuales, tuvo importantes ofertas de varios clubes italianos, esta vez sí, de la A-1. Sin embargo antes de hacer las maletas de Cerdeña, sorprendentemente se comprometió únicamente por dos partidos con el Unicaja Almería para disputar la final four de la Copa del Rey en 1995. El objetivo no era otro que desquitarse de la derrota de hacía dos años. Así fue como Rafa se alzó con su primera Copa del Rey. Tras el torneo la directiva almeriense trató por todos los medios de convencer a Rafa para que firmarse de nuevo con ellos y se quedase. Pero, aunque él se mostraba encantado con la ciudad y el club, su carácter competitivo, ahora que llegaban sus mejores años como atleta, le pedía seguir en Italia para continuar midiéndose cada fin de semana a los mejores jugadores del mundo.

En 1995 ficha por el que probablemente será el equipo de su vida, el Alpitour Cuneo. Allí Rafa lo tenía todo para coronarse como un referente mundial: unas instalaciones inmejorables, uno de los mejores cuerpos técnicos del momento, un gran pabellón, un club instalado en la élite europea y un equipo económicamente muy solvente, lo que le llevaba a realizar grandes fichajes. En sus cinco años en el equipo transalpino Rafa será el máximo anotador de la Liga en tres ocasiones, mejor extranjero de la Liga otras tres veces y mejor jugador de la Liga Italiana, la más potente del mundo, en una ocasión. Se proclama campeón de la Recopa de Europa en dos ocasiones, consigue dos Supercopas de Europa, una Copa CEV europea, una Copa de Italia y una Supercopa de Italia. También en 1996 es nombrado mejor jugador del mundo (algo que ningún otro jugador español ha conseguido hasta la fecha) y en 1998 mejor jugador del Mundial de Voleibol de Japón (primer y único jugador en la historia que es galardonado con este premio sin haber disputado la final). Su comunión con los aficionados del equipo italiano, que lo bautizaron cariñosamente como "el matador", fue total. Allí es idolatrado como en ninguna otra parte. Durante el último partido de la temporada 1997-98, la grada guardó un minuto de silencio durante el partido para presionar a la directiva en la renovación de Rafa. No en vano, sigue siendo considerado como el mejor jugador de la historia del club piamontés. 

Una vez finalizada su primera etapa italiana, ya con 30 años a sus espaldas, y la satisfacción personal de haber cumplido el objetivo de clasificar a España para los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, recibe una propuesta para irse a jugar a Japón. Es una posibilidad única de rebajar el volumen competitivo  y concentrarse en el cuidado de su cuerpo que, por entonces, ya llevaba 15 años compitiendo en la élite. Sin dudarlo, ficha por el Panasonic Panters de Osaka, club de la V League, la primera división japonesa. Allí, después de su papel estelar en el Mundial de Japón 1998
se convirtió en un fenómeno de masas. Allá por donde fuese despertaba pasiones dentro y fuera de la cancha, donde su legión de seguidoras lo bautizaron como "el príncipe". "Me sentí admirado y querido, me encantó" recuerda Rafa. Fue el encargado de protagonizar el cartel publicitario del torneo. "Salía escoltado de los pabellones por la policía, firmé acuerdos de galáctico futbolero, llegando a recibir 100.000 euros por llevar unas zapatillas ó 1.000 euros por una fotografía o una entrevista" recuerda. En lo deportivo, el Panasonic Tigers remató la liga en sexta posición, en una competición que dura sólo cuatro meses. Volvió a terminar como máximo anotador del torneo, llegando a alcanzar lo 50 puntos en un partido. Y cuando más cómodo estaba Rafa viviendo su experiencia japonesa tuvo que ponerle fin totalmente en contra de su voluntad. Su separación matrimonial truncó esta fructífera aventura nipona y le obligó a regresar a Europa para estar al lado de sus dos hijos pequeños.

En 2001, con el cartel que había dejado en su etapa del Alpitour Cuneo, a Rafa no le costó encontrar equipo en la A-1 italiana. En esta ocasión se decantó por engrosar las filas del Icom Latina, un equipo joven y recién ascendido de cerca de Roma. Pero las cosas no marcharon como Rafa esperaba. Primero, la mayor parte del tiempo tuvo que jugar como 4, en un rol de receptor atacante, en lugar del rol de opuesto que había sido el suyo durante todos estos años. Luego, el equipo no tenía mayor aspiración que la de salvar la categoría, algo difícil de llevar para un animal competitivo como Rafa. Pese a todo, despachó una buena temporada mostrando ser un lider entre sus compañeros y convirtiéndose en el ídolo de la afición lazial. Incluso la directiva le ofreció renovar antes de rematar la temporada pero Rafa, consciente del nivel deportivo, declinó la oferta. 

Nada más terminar la temporada en Italia recibe una oferta del Stade Poitevin Volley Ball francés para que se sume al equipo. El equipo estaba inmerso en las finales de liga y copa galas y quería que Rafa fuese la piedra angular sobre la que cimentar la victoria. Finalmente, únicamente levantarían la Copa de Francia pero, aun así, su recuerdo entre los aficionados franceses sigue siendo muy bueno. Y nada más rematar la experiencia francesa, casi sin tiempo para recuperar, llega una nueva oferta temporal del equipo boricua de los Playeros de San Juan. Acepta la oferta pero no sin problemas, por coincidencia de fechas, con la federación española. Ésta le negaba el transfer para que jugase en otro país mientras estuviese convocado para jugar con la selección nacional. Y el equipo de San Juan le exigía a Rafa que renunciase a disputar la liga Mundial con la selección. Una vez resueltos los problemas, se incorporará a la liga puertorriqueña para pelear por el título con su nuevo equipo. Sin embargo allí Rafa se encuentra de bruces con una realidad que para nada esperaba. El nivel técnico y competitivo de aquella liga era muy bajo, a años luz del que había tenido en cualquiera de sus últimos clubes, por lo que el fracaso estaba cantado. Una vez finalizada la temporada decide regresar a Italia, e iniciar una tercera etapa en la A-1 italiana. Esta vez el equipo sería el Pet Company Peruggia, un equipo joven y recién ascendido, que fichaba a Rafa para que liderase el proyecto. La historia se repite, Rafa despacha una muy buena temporada, se coloca entre los mejores anotadores de la liga y el equipo salva la categoría. Incluso está a punto de colarse entre los ocho mejores y, con ello, disputar el playoff por el título. También vuelve a ser el jugador más querido por la afición. Pero a Rafa eso no le basta, quiere más. Pelear por no bajar es algo que no entra en su cabeza así que nuevamente cambia de equipo.

En 2003 recibe la oferta del Volley Gioia del Colle de Bari, otro recién ascendido que vuelve a poner sus esperanzas en manos de Rafa para que abandere su proyecto deportivo. Con Rafa comandando el ataque salvan la categoría con un 12º puesto. Al acabar la temporada, llegan ofertas del potente Dínamo de Moscú ruso, con el que llega a debutar en la liga y la copa de aquel país. Los italianos del Volley Gioia del Colle no se dan por vencidos y mueven ficha con una importante propuesta económica para que Rafa retorne a sus filas. Lo consiguen pero empiezan mal la temporada, con cambios en la dirección técnica a mitad de año, y acabarán descendiendo. Fuera de play offs, y de nuevo libre para fichar por quien desee, es reclamado por el Son Amar Palma para la recta final de la liga española. Pero de nuevo fracasa en su intento de hacerse con el título de la Superliga (liga espalola). Es una derrota dolorosa ya que los baleares habían conformado una plantilla de muchos quilates. 

En 2005 Rafa recibe una oferta del Tonno Callipo Vibo Valentia, un equipo calabrés de la A-1 que, si bien era joven, esta vez no respondía al perfil de equipo recién ascendido. Se marcha a italia con la esperanza de resacirse de los malos resultados experimentados por sus equipos en el año anterior. Consiguen salvar la categoría pero no alcanzan el objetivo de meterse en playoffs por el título. Rafa, con 36 años sigue ocupando un lugar destacado en las estadísticas de la competición, llegando a ser hasta jugador del mes. En Marzo de 2006, con la competición finalizada recibe una oferta elevada del A.S. Panerythraikos de Atenas, un equipo recién ascendido a la liga profesional griega y que debe de pelear por no bajar. Rafa acepta el reto, llegando como refuerzo de lujo para una estancia que no superaría los 20 días. Finalmente no se obra el milagro y el equipo no consigue salvar la categoría. En Mayo de 2006, contra todo pronóstico, regresa a la liga puertorriqueña, esta vez para enrolarse en las filas del Patriotas de Lares. habían configurado un equipo llamado a ganar la liga pero de nuevo se quedaron fuera de las finales. Esta será la última vez que Rafa prolongue su carrera con aventuras cortas en otros países que, si bien eran interesantes a nivel económico, eran extenuantes en lo físico por la densidad de las cargas competitivas y los viajes.

Durante el verano de 2006, regresará a la liga italiana por enésima vez, ahora para defender los colores de la escuadra del Materdomini Volley.it Castellana Grotte. El objetivo era pelear por el ascenso a la A-1 y casi lo consiguen en la primera temporada de Rafa con ellos. La experiencia fue considerada como satisfactoria por ambas partes, así que decidieron que sus caminos continuasen unidos durante un año más. Sin embargo la segunda temporada no fue la esperada y el equipo rozó incluso el descenso, por lo que aquel sería el último año de Rafa en una liga italiana. 

Con 38 años a sus espaldas la retirada es algo que cada día tiene más presente. Pero, en el 2008 llega el interés del CSKA de Sofía, todo un histórico, por hacerse con sus servicios. El objetivo, además de ganar la liga y la copa búlgaras, es recuperar el prestigio perdido en la Liga de Campeones europea. Pero la experiencia no fue todo lo buena que se esperaba. En lo personal, a la familia le cuesta aclimatarse, el clima tampoco ayuda mucho y, en lo deportivo, Rafa empieza a notar su declive físico frente a jóvenes a los que les duplica la edad. Aun así consigue el título copero, tras quedar subcampeón en la liga y caer a las primeras de cambio en la competición europea. En 2009 es convencido por un excompañero, el francés Laurent Chambertin, para que firme 4 años con el A.S. Orange Nassau francés, de la Pro B, la segunda división francesa. Primero lo haría como jugador y luego desarrollando su cometido en la dirección técnica. De los cuatro años únicamente cumpliría los dos primeros ya que aquel proyecto tan idílico no cumplía muchos de los puntos del proyecto que se le había prometido. Así que, tras esta mala experiencia, Rafa pascual decide colgar las zapatillas a sus 41 años dejando tras de sí un legado sólo al alcance de los elegidos.

Con él al frente la selección española de voleibol pasó de ser una selección de nivel medio-bajo a proclamarse Campeona de Europa en el europeo de Moscú 2007. Con el combinado nacional debutó con tan solo 18 años y sumó un total de 527 internacionalidades, lo que le convierte en el segundo deportista español con mayor número de citas internacionales a su espalda (sólo le supera el waterpolista Manel Estiarte con 580 presencias). Siempre destacó por su amor a la selección ("me he dejado las rodillas por la camiseta de España") a la que acudía constantemente aunque era consciente de que "no hay dinero. Ahí juegas por tu deporte, por tu camiseta, por tu país, por tu gente". Su tirón con la selección con él al frente consigue meter a 15.000 personas en el Pabellón de Vistalegre, algo inédito hasta la fecha en el voleibol.


Fue un jugador que destacó por su gran condición física, lo que le permitía saltar hasta los 3,59 metros en los remates y hasta los 3,45 metros en los bloqueos. También fue capaz de desarrollar una técnica depurada, especialmente en las situaciones de 1 contra 1 en la red, donde su remate era letal, haciendo cosas que nadie más era capaz de imitar. Tampoco podemos olvidarnos de una personalidad arrolladora, muy fiel a sus ideas, exigente consigo mismo y con los demás, y con una fortaleza mental a prueba de bombas. Trabajaba para ganar y todo el que estaba a su alrededor tenía que hacer lo mismo. Está considerado como el mejor jugador español de voleibol de la historia, uno de los mejores opuestos de todos los tiempos y fue incluido entre los 50 mejores deportistas españoles de todos los tiempos. Con él, el voleibol español alcanzó unas cotas de popularidad y de participación nunca vistas hasta la fecha. 
Sorprendentemente, en el momento de su retirada, no recibió ningún homenaje en España. Sin embargo, en países como Italia y Japón, sigue siendo un ídolo y su sólo presencia en un pabellón desata la locura entre los aficionados. Concretamente, en Italia, si Rafa se presenta en un pabellón de voleibol italiano, no sería de extrañar si paran el partido para ovacionarlo.

Por su carrera fue galardonado por el Consejo Superior de Deportes con la medalla de oro (1999) y de plata (1996) del Real Orden del Mérito Deportivo. También recibió el premio al Mejor Jugador del Mundial en el año 1998

Tras su retirada, y a petición de la también ex-deportista Theresa Zabell, fue responsable durante dos años del Área de Deportes en la candidatura olímpica de Madrid 2020. También estuvo metido en inversiones inmobiliarias e incluso montó un negocio de hostelería en Palma de Mallorca, que no dio el resultado esperado. En 2017 intentó hacerse con la presidencia de la Federación Española de Voleibol pero fue derrotado en las elecciones. 


Hoy en día es uno de los socios que regenta uno de los locales de la cadena asturiana de marisquerías La Chalana, en su Madrid natal. 

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